Mostrando las entradas con la etiqueta Cortázar. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Cortázar. Mostrar todas las entradas

jueves, 20 de junio de 2013

domingo, 16 de junio de 2013

http://www.literaberinto.com/CORTAZAR/graffiti.htm

Es hermoso, sutil, la segunda persona y el vos tan intencionado. Le debo tanto a este cuento y a esta entrevista como a pocas cosas.


"Ocho años atrás escribí un cuento fantástico que se llama “Instrucciones para John Howell”, no les voy a contar el cuento; la situación central es la de un hombre que va al teatro y asiste al primer acto de una comedia, más o menos banal, que no le interesa demasiado; en el intervalo entre el primero y el segundo acto dos personas lo invitan a seguirlos y lo llevan a los camerinos, y antes de que él pueda darse cuenta de lo que está sucediendo, le ponen una peluca, le ponen unos anteojos y le dicen que en el segundo acto él va a representar el papel del actor que había visto antes y que se llama John Howell en la pieza.
“Usted será John Howell”. Él quiere protestar y preguntar qué clase de broma estúpida es esa, pero se da cuenta en el momento de que hay una amenaza latente, de que si él se resiste puede pasarle algo muy grave, pueden matarlo. Antes de darse cuenta de nada escucha que le dicen “salga a escena, improvise, haga lo que quiera, el juego es así”, y lo empujan y él se encuentra ante el público... No les voy a contar el final del cuento, que es fantástico, pero sí lo que sucedió después.
El año pasado recibí desde Nueva York una carta firmada por una persona que se llama John Howell. Esa persona me decía lo siguiente: “Yo me llamo John Howell, soy un estudiante de la universidad de Columbia, y me ha sucedido esto; yo había leído varios libros suyos, que me habían gustado, que me habían interesado, a tal punto que estuve en París hace dos años y por timidez no me animé a buscarlo y hablar con usted. En el hotel escribí un cuento en el cual usted es el protagonista, es decir que, como París me ha gustado mucho, y usted vive en París, me pareció un homenaje, una prueba de amistad, aunque no nos conociéramos, hacerlo intervenir a usted como personaje. Luego, volví a N.Y, me encontré con un amigo que tiene un conjunto de teatro de aficionados y me invitó a participar en una representación; yo no soy actor, decía John, y no tenía muchas ganas de hacer eso, pero mi amigo insistió porque había otro actor enfermo. Insistió y entonces yo me aprendí el papel en dos o tres días y me divertí bastante. En ese momento entré en una librería y encontré un libro de cuentos suyos donde había un cuento que se llamaba “Instrucciones para John Howell”. ¿Cómo puede usted explicarme esto, agregaba, cómo es posible que usted haya escrito un cuento sobre alguien que se llama John Howell, que también entra de alguna manera un poco forzado en el teatro, y yo, John Howell, he escrito en París un cuento sobre alguien que se llama Julio Cortázar."

miércoles, 15 de mayo de 2013

-Vos para hablar te buscás unos momentos que son para no creerlo -dijo Traveler rabioso-. Cuando no estamos a caballo en dos tablones con cuarenta y cinco a la sombra, me agarrás con un pie en el agua y esos piolines asquerosos.
-Pero siempre en posiciones simétricas -dijo Oliveira-. Como dos mellizos que juegan en un sube y baja, o simplemente como cualquiera delante del espejo. ¿No te llama la atención, doppelgänger? (...) 
El verdadero doppelgänger sos vos, porque estás como descarnado, sos una voluntad en forma de veleta, ahí arriba. Quiero esto, quiero aquello, quiero el norte y el sur y todo al mismo tiempo, quiero a la Maga, quiero a Talita, y entonces el señor se va a visitar la morgue y le planta un beso a la mujer de su mejor amigo. Todo porque se le mezclan las realidades y los recuerdos de una manera sumamente no-euclidiana.

viernes, 5 de abril de 2013

En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no      hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay. 





martes, 2 de abril de 2013

- En cuanto a que no duermo bien –dijo Traveler, limpiando la navaja en un papel higiénico- vos sabés perfectamente de qué se trata.
- Pongamos que sí. Pero vos también sabés que no hay problema.
- Los problemas -dijo Traveler- son como los calentadores Primus, todo está muy bien hasta que revientan. Yo te diría que en este mundo hay problemas teleológicos. Parece que no existen, como en este momento, y lo que ocurre es que el reloj de la bomba marca las doce del día de mañana. Tic-tac, tic-tac, todo va tan bien. Tic-tac.
- Lo malo –dijo Talita- es que el encargado de darle cuerda al reloj sos vos mismo.
- Mi mano, ratita, está también marcada para las doce de mañana. Entre tanto vivamos y dejemos vivir.

(...)
- ¿Tenés algo que reprocharme? –dijo (...)
- Absolutamente nada en este momento –dijo Traveler-. Mañana a las doce veremos, para prolongar la imagen hasta su desenlace cenital.
- Cómo te parecés a Horacio – dijo Talita-. Es increíble cómo te parecés.
- Tic-tac –dijo Traveler buscando los cigarrillos-. Tic-tac, tic-tac.
- Sí, te parecés –insistió Talita, (...). - Él también hubiera dicho: Tic-tac, él también hubiera hablado con figuras todo el tiempo. ¿pero es que me van a dejar tranquila? 
(...)
- A lo mejor no hay bomba para vos, ratita –dijo, sonriéndole con una expresión que aflojó a Talita, la hizo buscar una postura más cómoda entre sus brazos-. (...) No es por Horacio, amor, no es solamente por Horacio aunque él haya llegado como una especie de mensajero. A lo mejor si no hubiese llegado me habría ocurrido otra cosa parecida. Habría leído algún libro desencadenador, o me habría enamorado de otra mujer... Esos pliegues de la vida, comprendés, esas inesperadas mostraciones de algo que uno no se había sospechado y que de golpe ponen todo en crisis. Tendrías que comprender.



    Era natural pensar en que él estaba esperando que se asomara a la ventana. (...) Era natural porque en el fondo el tablón seguía estando ahí (...).
        Pero si él no había estado en alguna parte del pozo negro, el echo de levantarse y salir a la ventana a esa hora de la noche era una admisión de miedo, casi un un asentimiento. Prácticamente equivalía a dar por sentado que ni Horacio ni él habían retirado los tablones. De una manera u otra había pasaje, se podía ir o venir. Cualquiera de los tres, sonámbulos, podía pasar de ventana a ventana, pisando el aire espeso sin temor de caerse a la calle. El puente sólo desaparecería con la luz de la mañana, con la reaparición del café con leche que devuelve a las construcciones sólidas y arranca la telaraña de las altas horas a manotazos de boletín radial y ducha fría. 
    (...)
—Soñé con un museo espantoso. Vos me llevabas. 
—Detesto la oniromancia. Cebá mate, bicho.
(...)
—Decime por qué te levantaste. Fuiste hasta la ventana y suspiraste.
—Hacía calor.
—Decí por qué te levantaste.
—Por nada, por ver si Horacio estaba también insomne, así charlábamos un rato.
—¿A esa hora? Si apenas hablan de día, ustedes dos.
—Hubiera sido distinto, a lo mejor. Nunca se sabe.
—Soñé con un museo horrible —Dice Talita, empezando a ponerse un slip.
—Ya me explicaste —dice Traveler, mirando el cielo raso.
—Tampoco nosotros hablamos mucho ahora —Dice Talita.
—Cierto. Es la humedad.
—Pero parecería que algo habla, algo que nos utiliza para hablar. ¿No tenés esa sensación? ¿No te parece que estamos como habitados? Quiero decir... Es difícil, realmente.
—Transhabitados mas bien. Mirá, esto no me va a durar siempre. No te aflijas / Catalina —canturrea Traveler—, ya vendrán tiempos mejores / y te pondré un comedor .
—Estúpido —Dice Talita besándolo en la oreja—. Esto no va a durar siempre, esto no va a durar siempre... Esto no debería durar ni un minuto más.
—Las amputaciones violentas son malas, después te duele el muñón toda la vida.
—Si querés que te diga la verdad —dice Talita— tengo la impresión de que estamos criando arañas o ciempiés. Las cuidamos, las atendemos, y van creciendo, al principio eran unos bichitos de nada, casi lindos, con tantas patas, y de golpe han crecido, te saltan a la cara. Me parece que también soñé con arañas, me acuerdo vagamente.
—Oílo a Horacio —dice Traveler, poniéndose los pantalones—. A esta hora silba como loco para festejar la partida de Gekrepten. Qué tipo. 
Lo que a vos te molesta es la legalidad en todas sus formas, en cuanto una cosa empieza a funcionar bien te sentís encarcelado.

miércoles, 27 de febrero de 2013

"No renuncio a nada, simplemente hago de todo para que las cosas renuncien a mi"

miércoles, 2 de enero de 2013

¿por qué stop?

Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación de] amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.
¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. 

domingo, 19 de agosto de 2012

Me encantás porque escribís sobre vos y para vos, y si no lo hicieses, explotarías. 

sábado, 16 de junio de 2012

now shut up, you distasteful Adbekunkus!

Quizá los moluscos no sean neuróticos, pero de ahí para arriba no hay más que mirar bien; por mi parte he visto gallinas neuróticas, gusanos neuróticos, perros incalculablemente neuróticos; hay árboles y flores que la psiquiatría del futuro tratará psicosomáticamente porque ya hoy sus formas y colores nos resultan francamente morbosos. A nadie le extrañará entonces mi indiferencia cuando a la hora de tomar una ducha me escuché mentalmente decir con visible placer vindicativo: now shut up, you distasteful Adbekunkus. 
Mientras me jabonaba, la admonición se repitió rítmicamente y sin el menor análisis consciente de mi parte, casi como formando parte de la espuma del baño. Sólo al final, entre el agua colonia y la ropa interior, me interesé en mí mismo y de ahí en Adbekunkus, a quien había ordenado callar con tanta insistencia a lo laro de media hora. Me quedó una buena noche de insomnio para interrogarme sobre esa leve manifestación neurótica, ese brote inofensivo pero insistente que continuaba como una resistencia al sueño; empecé a preguntarme dónde podía estar hablando y hablando ese Adbekunkus para que algo en mí que lo escuchaba le exigiese perentoriamente y en inglés que se callara. 
Deseché la hipótesis fantástica, demasiado fácil: no había nada ni nadie llamado Adbekunkus, dotado de facilidad elocutiva y fastidiosa. Que se trataba de un nombre propio no lo dudé en ningún momento; hay veces en que uno hasta ve la mayúscula de ciertos sonidos compuestos. Me sé bastante dotado para la invención de palabras que parecen deprovistas de sentido o que lo están hasta que yo lo infundo a mi manera, pero no creo haber suscitado jamás un nombre tan desagradable, tan grotesco y tan rechazable como el de Adbekunkus. Nombre de demonio inferior, de triste adlátere, uno de los tantos que invocan los grimorios; nombre desagradable como su dueño: distasteful Adbekunkus. Pero quedarse en el mero sentimiento no llevaba a ninguna parte; tampoco, es verdad, el análisis analógico, los ecos mnemónicos, todos los recursos asociativos. TErminé por aceptar que Adbekunkus no se vinculaba con ningún elemento consciente, lo neurótico parecía precisamente estar en que la frase exigía silencio a algo, a alguien que era un perfecto vacío. Cuántas veces un nombre asomando desde una distracción cualquiera termina por suscitar una imagen animal o humana; esta vez no, era necesario que Adbekunkus se callara, pero no se callaría jamás porque jamás había hablado o gritado. ¿Cómo luchar contra esa concreción de vacío? Me dormí un poco como él, hueco y ausente.




viernes, 15 de junio de 2012

un tal lucas I


Ser una hidra es fácil pero matarla no, porque si bien hay que matar a la hidra cortándole sus numerosas cabezas (...) es preciso dejarle por lo menos una, puesto que la hidra es el mismo Lucas y lo que él quisiera es salir de la hidra pero quedarse en Lucas.

viernes, 27 de agosto de 2010

¿ Hasta cuándo vamos a seguir creyendo que la felicidad no es más que uno de los juegos de la ilusión ?

lunes, 15 de marzo de 2010

Y la foto salió movida.

Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en vez de la llave encuentra los fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos están donde la llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del teléfono llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que este cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo esta algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus manecitas no sabe para que. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una taza de , que mira y examina mucho antes de beber, no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Samuel Smiles.



Un cronopio es un dibujo fuera del margen, un poema sin rimas,
criaturas ingenuas, idealistas, desordenadas, sensibles y poco convencionales